Voz que clama en el desierto
La guerra de Kosovo y las elecciones del 13 de Junio en nuestro país
El número anterior de Nuestra voz, terminaba con la pregunta que nos hacíamos, sobre
si será la nuestra una voz que clama en el desierto. El interrogante nos lo hacíamos a
la vista de la gran indiferencia con que el público de nuestro país se tomaba el conflicto
lico de los Balcanes (en el que estaban interviniendo tropas españolas) con la tragedia
de víctimas humanas que comportaba, así como daños materiales, la desaparición de
garantías de seguridad internacionales, el desprecio y menoscabo de los órganos de
pacificación mundiales, la consolidación de la estrategia de intimidación mundial por
parte del imperialismo...
Durante el mes que pasó desde que nos hacíamos y publicábamos esas reflexiones, el
conflicto de Yugoslavia continuó y evolucionó hasta una situación que refleja la
imposición de las posiciones y condiciones de la OTAN a los servios, que tuvieron que
ceder ante la dureza de los ataques y el gran poderío del aparato militar de la alianza
occidental. Esta guerra, de tres meses de duración, puede pasar a la historia por dos
circunstancias que la hacen única hasta ahora: la primera, que fue ganada totalmente
desde el aire, con sólo bombardeos de aviación, sin ningún tipo de intervención de
tropas terrestres. Y la segunda, que el ejército vencedor no sufrió ninguna víctima.
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ás poderoso el aparato propagandístico
-
informativo del mismo sistema imperialista. Sus resultados se evidenciaron en el curso
de este conflicto bélico convenciendo a la opinión pública de que Milosevic era el malo
de la película, y que los bombardeos ordenados por Solana eran una acción necesaria y
humanitaria. Apenas hubo reacción pública, al menos en nuestra área geográfica, contra
esa interpretación publicitaria del conflicto yugoslavo. Pero la potencia propagandística
e informativa del sistema de dominación imperante en el mundo se manifestó también
en otro tema. En el transcurso del período que comentamos tuvieron lugar en la
Comunidad Europea las elecciones para el Parlamento Europeo, y en nuestro país, en
coincidencia con aquellas, tuvieron lugar también las elecciones municipales, así como
las autonómicas de algunas regiones, entre ellas Asturias.
Estas elecciones del 13 de Junio, y en especial sus resultados, merecen un profundo
análisis por nuestra parte. Nuestras candidaturas de Izquierda Unida sufrieron un gran
retroceso con relación a anteriores consultas electorales. En lo que se refiere a los
resultados, y sin entrar en precisiones numéricas sobre la pérdida de votos y escaños,
podríamos resumir diciendo que el retroceso sufrido por IU es comparable, o casi, al
Número 69 Año VI Julio 1999
Órgano de expresión de la Agrupación de ACERALIA del Partido Comunista de Asturias
que sufieron las cadidaturas del PCE en las famosas elecciones de 1982. A la vista de
tales resultados, y refiriéndonos a la campaña electoral, podemos concluir que, también
en esta cuestión, fue la nuestra una voz que clama en el desierto. Los comunistas, a la
hora de transmitir nuestro mensaje a la sociedad nos encontramos, frente al sistema que
combatimos, en una situación de inferioridad e incapacidad similar a la de las tropas
servias e iraquíes ante las armas de la OTAN.
El gran poder de los medios de difusión, controlados por nuestros enemigos de clase, se
muestra capaz de realizar milagros no menos espectaculares que los de la aviación de la
OTAN. E
n nuestro país, en concreto, en el que hay una alta tasa de paro y de precariedad
laboral, consiguieron que una grandísima parte de la población perjudicada por esa
política laboral corriera a votar a favor de los partidos que la habían propiciado y
castigaran a la única fuerza política española que se toma en serio su lucha contra el
desempleo y elabora medidas, como la reducción de la jornada laboral a 35 horas
semanales, que tiene como objeto crear más puestos de trabajo. En un país como el
nuestro, donde los partidos de gobierno, a nivel estatal y autonómico, se enfangaron en
escandalosos casos de corrupción, la mayor parte del electorado primó y aprobó con su
voto a los partidos de la corrupción, y castigó a la fuerza política que más se distingu
por su proceder honesto y ético y por su denuncia de la corrupción. El 95 por ciento de
los sufragios se repartió generosamente entre los partidos del sistema, que se mostraron
reticentes y reacios al procesamiento de Pinochet, y que se pronunciaron en contra de la
detención de ese genocida, mientras que sólo el 5 por ciento restante del electorado
español apoa IU, que había reunido pruebas de los crímenes del dictador chileno para
entregárselas al Juez Garzón. Gozaron de un apoyo social masivo los partidos de la
OTAN, que aprueban los bombardeos y el bloqueo contra Irak, que produjeron cientos
de miles de víctimas, y la participación española en la intervención armada en
Yugoslavia, mientras se vio rechazada por los electores la fuerza política española que
hizo gala de antiimperialismo y pacifismo, y que propugna la intervención de la ONU
para la resolución pacífica de los conflictos. La inmensa mayoría de nuestros
conciudadanos se apresuró a sostener con su voto a los partidos que se identifican con la
Europa de Maastricht, que destruye la industria española y privatiza las empresas
públicas, que se carga los sectores agrícola, ganadero y pesquero de nuestro país y
abrasa los bosques españoles para promocionar un turismo salvaje que daña la ecología
y las culturas populares de nuestras regiones, mientras sólo una pequeña minoría de
votantes se solidarizó con los que abogamos por la empresa pública, la conservación de
la industria y la agricultura española y la construcción de una
E
uropa de los pueblos más
solidaria que la que se conte
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pla en el diseño de
M
aastricht. La casi totalidad de nuestro
pueblo desorientado y desinformado dio su aprobación electoral a los partidarios del
neoliberalismo y el capitalismo salvaje de la competitividad y las mafias, y despreciaron
a la fuerza política que se plantea la construcción de un mundo más justo y solidario.
En nuestro país no hay tantos ricos como los votos que obtuvieron las fuerzas
derechistas: PP, PSOE y los demás. Para que esas dos fuerzas políticas mayoritarias del
sistema, y las demás que tienen una implantación regional o local: CIU, PNV, GIL,
URAS... (tambien del sistema) hayan alcanzado los sufragios que alcanzaron, es preciso
que los hayan votado muchos trabajadores en precario, muchos jóvenes que aún no
encontraron su primer puesto de trabajo, muchos pensionistas y otros sectores humildes
de la población perjudicados por medidas como el medicamentazo, muchas mujeres
de esta sociedad que discrimina en función del sexo, muchos estudiantes desfavorecidos
por la imperante modalidad clasista de acceso a la universidad, muchos campesinos del
amplio sector agrario espol mal defendido en la Comunidad Europea precisamente
por los parlamentarios de esas fuerzas políticas mayoritarias, y, en fin, votados también
por personas de muchos otros sectores sociales castigados por la política de esos
partidos burgueses del sistema. El interés de todos esos sectores humildes, marginados y
desatendidos por los políticos burgueses, es identificarse con la coalición izquierdista en
la que nos encuadramos los comunistas. Los desheredados de esta sociedad injusta y
clasista siempre tuvieron en este país al Partido Comunista de España y ahora a
Izquierda Unida como la opción política que apoya sus aspiraciones de progreso social
y avance de la justicia. La gran hazaña de los medios de formación e información del
sistema consistió precisamente en mentalizar a una gran parte de los votantes de esas
capas sociales para que rechacen lo que les conviene en política y consientan en apoyar
a unos partidos que representan los intereses de las clases opulentas.
E
sta realidad
,
con una alta carga de paradoja
,
lleva a algunas figuras de nuestra organi-
zación co
m
unista a la interpretación de que una gran parte de la sociedad española
,
de sus
sectores más humildes y necesitados, no ha comprendido nuestro mensaje. A nuestro
entender, esa interpretación peca incluso de optimista. No comprender el mensaje
presupone al menos que el mensaje fue recibido, que llea los sectores sociales en
cuestión. Y eso, precisamente, nos parece suponer demasiado. Nuestra opinión es que el
mensaje comunista, el programa de IU, la noticia de la actuación de nuestros
parlamentarios y concejales en los ámbitos de su actuación (Parlamento Europeo,
Parlamento Español, Parlamentos autonómicos, municipios...) ni siquiera llegan a los
ciudadanos en cuyo provecho actuamos y a quienes les interesa y necesitan votarnos.
Este milagro de incomunicación, en una sociedad en la que teórica y formalmente existe
libertad de prensa y de expresión, es uno de los principales logros y un resultado
inevitable de la forma como está organizado en nuestra sociedad todo lo referente a la
gestión y difusión de la información y demás instrumentos de formación ideológica. El
sistema dominante tiene bien firme en sus manos todos esos recursos de influencia
cultural e ideológica, y los utiliza y explota, lógicamente, en su favor y provecho.
Está, en primer lugar, el sistema educativo. Ya desde los primeros años escolares, y a lo
largo de todo el ciclo de enseñanza, los estudiantes se ven sometidos a un tipo de
formación desideologizada que excluye el desarrollo del sentido crítico y el fomento de
la capacidad de análisis que permita captar y comprender los mecanismos de
dominación clasista. A los alumnos se los prepara, en el mejor de los casos, para ser
unos buenos profesionales de la carrera o rama a la que se destinan. Es decir, se los
capacita para ser unos productores-consumidores del mercado pero no para ser unos
ciudadanos conscientes de la problemática social y capaces de comprometerse en un
proyecto de transformación de la sociedad.
Sin una base salida de concienciación ideológica y social, los ciudadanos quedan a
merced de la influencia de los potentes medios informativos. Sin una capacidad de
juicio suficientemente desarrollada, puede llegar a creerse que lo que ocurre en el fútbol
nacional es muchísimo más importante que la guerra de Kosovo, puesto que los
periódicos de nuestro país dedican un espacio a los deportes treinta veces mayor que el
que destinan a informar sobre las operaciones militares contra los servios. Poco y mal
informados sobre los antecedentes históricos de ese y otros conflictos, los hombres y
mujeres de nuestro país son presa fácil de la propaganda del sistema, que demoniza a
Sadam Husein, Milosevic, Gadafi, Fidel Castro, los comunistas...
A esto hay que añadir que la lectura ha perdido y sigue perdiendo terreno frente a la
television. Los educadores de este sistema fomentan ese proceso por el cual se va
sustituyendo la cultura escrita, que exige un esfuerzo de concentración y raciocinio, por
la recepción audiovisual que sólo requiere una actitud pasiva. Para millones de personas
de nuestra sociedad existe sólo lo que pueden ver en la pantalla del televisor, es decir, su
concepción y conocimiento del mundo vienen formulados por lo que emiten las cadenas
televisivas, las cuales también, casualmente, pertenecen a las grandes agencias que están
al servicio de los centros de (de)formación y (des)informacion del planeta. Pero es que,
además, todo lo que se emite por el medio televisivo va encaminado al mismo fin.
Incluso las películas -por cierto casi todas ellas de procedencia norteamericana- tienden
a difundir una mentalidad, una concepción del mudo y de la vida, que son los valores en
que se basa esta sociedad capitalista: egoísmo e individualismo en vez de solidaridad,
búsqueda del propio provecho, y afán de éxito personal en vez de preocupación por el
bien general y social, mercado y competitividad en lugar de colaboración humana...
Toda esa superestructura ideológica del sistema asegura la formación, a escala
universal, de una mentalidad que excluya las soluciones socialistas que postulan una
economía a medida de toda la humanidad, una economía que no produzca marginados y
excluidos, vencedores y vencidos. Puede decirse, que ya mucho antes de comenzar
cualquier campaña electoral, nuestra batalla, la batalla comunista, ya está definitiva-
mente perdida en la mente de muchos millones de personas. Ningún tipo de campaña
electoral, por bien organizada y ejecutada que esté, puede arreglar en unas semanas lo
que todo el sistema educativo-informativo estropeó en las mentes humanas durante toda
una vida, desde la escuela hasta los programas televisivos de la última semana. Ni
siquiera la actuación pública y política -honesta y eficiente- de nuestros representantes
puede impactar lo suficiente y lo suficientemente rápido para romper los esquemas
mentales elaborados por el aparato informativo. A fin de cuentas, los ciudadanos de
este país no están viendo constantemente el trabajo callado de nuestros diputados y
concejales. Al final, sabrá de ese trabajo a través de lo que le digan los medios
informativos. Es decir, todo lo bueno y que hagamos llegará al público a través de la
imagen que quieran dar de ello unos medios de propaganda que dependen justamente de
nuestros enemigos de clase. Estamos condenados a tener una imagen pública que
pueden elaborar a su gusto y conveniencia unos poderes que nos son contrarios.
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an parte de un análisis que debe continuar
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que hacer para poner remedio a una situación es comprender lo mejor posible los datos
de esa situación, los problemas que se deben acometer. Este artículo es nuestra modesta
contribución al estudio de uno de los principales problemas con que nos enfrentamos: el
de una incomunicación entre nuestra fuerza política y el pueblo al que va destinado
nuestro proyecto de transformación social. Un problema de incomunicación que reduce
nuestro mensaje a una voz que clama en el desierto.